De cena

viernes 5 de marzo de 2010

Camino por mi ciudad cargada de mochilas mientras me preocupo porque no se me vuelen los niños, que no llevan mochilas. Como siempre voy mal de tiempo. Intento aumentar la velocidad del grupo, con un éxito discreto. Por fin nos acercamos a la calle en la que vive mi amigo. No estoy nunca segura de su dirección y mira que he estado veces en su casa. Parece que este viaje he acertado, por fin hay algo distinto en su portal que lo distingue de los demás; han puesto un portero automático que parece una nave espacial en azul. Es terrible pero diferente.
Llego, buenas noches, los niños están encantados de verse, nada menos que cuatro entre 4 y 6 años. Me instalo en la habitación de mi amigo, hoy le toca dormir en el sofá.Voy a los dormitorios de los enanos, vacío las mochilas, qué detalle, casi no he olvidado nada imprescindible. Llamo a los niños, a los míos y les pongo el pijama de forma acelerada para evitar todo el trabajo posible a mi amigo. Dejo la comida que traigo en la cocina, al menos no tendremos que cocinar en todo el fin de semana para los mayores.
Se acerca la hora a la que he quedado, mi hermana no llega. Empezamos a preparar la cena de los nanos, un kilo de patatas fritas y salchichas, el éxito está asegurado. Por fin llega mi hermana, abro la puerta y le digo hola y adiós.
No se a qué hora volveré pero llevo llaves y tengo permiso, a disfrutar tocan.

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