Benito nació hace ya cincuenta y cinco años. Cuando su madre le vio, pensó que todo el peso del mundo se le venía encima. Su niño no era como todos. Nació con un peso adecuado, no parecía estar enfermo; pero su carita redonda y sus ojos rasgados dieron pistas suficientes. Nadie en el pueblo se abstuvo de opinar; si era como era , algún motivo habría. Aquel abuelo que bebía, una madre que no se cuidó debídamente, una deuda con Dios mismo. Su hermana mayor le crió como a un hijo y se pasaba la mayor parte del tiempo con él. Comenzó a caminar con tres años y a hablar con cinco. Benito tenía un carácter agradable y era cariñoso en extremo. La costumbre de la época era criar a estos niños de espaldas a la sociedad, pero sus familiares decidieron hacer vida pública con él. El padre asumió con más naturalidad la condición de Benito. Fue el primero en preguntarse qué iba a ser de su hijo, a qué colegio asistiría y hasta donde podría llegar con sus condiciones. No había ninguna opción de que t