Jueves

miércoles 21 de octubre de 2009

- ¿Sí?
- Ah, hola, ¿que me cuentas?
- Pues sí puedo, parece que me hayas leído el pensamiento.
- La verdad, es pura casualidad, acabo de organizarme hará 10 minutos.
- Bien, yo salgo a las 9, ¿te paso a buscar?
- Te dejo, que sigo liada. Hasta las 9, entonces.

A Rafa le hubiera gustado llevarme al cine aquella noche, pero a última hora de la tarde mi jefa me había ofrecido unas invitaciones para un concierto en Haro a puerta cerrada de flamenco-jazz. Así que le convencí para que fuéramos juntos al concierto. Rafa y yo teníamos una curiosa relación, nos veíamos de Pascuas a Ramos; y cuando quedábamos, cualquier cosa era posible. Desde una noche de sexo eterna, a una cena de colegas, o a larguísimas discusiones de economía mundial. La verdad es que me gustaba mucho, pero ya me había convencido de que lo nuestro nunca tendría ni pies ni cabeza, jamás sabría con antelación en qué acabaría una cita.

Cuando salí del trabajo me acerqué hasta su casa, y esperé a que bajara, junto a su coche. Como de costumbre, al saludarnos, no nos dimos ni dos besos, y eso que hacía semanas que no nos veíamos. Empezamos a charlar y cuando nos dimos cuenta estábamos entrando en el salón de actos. La sala estaba repleta de señores trajeados, el concierto estaba organizado para una convención de médicos de La Rioja. La mayoría lucían esas sonrisas que delatan que el tinto de la cena había sido de su agrado.

Me sentí bastante incómoda porque cuando salí de casa a las 4 de la tarde, nada hacía presagiar que aquel jueves acabaría en una convención, yo estaba sin duchar desde la mañana, y mi ropa no era en absoluto la adecuada, pero allí estábamos.

Cuando empezó a sonar la música, lo olvidé todo; el grupo era buenísimo y la velada prometía. Según abanzaba el concierto, empecé a fijarme en el batería, era un músico brillante y tenía unos ojos negros que no pude dejar de mirar. Estábamos en segunda fila y él empezó a fijarse en mí; la verdad es que era fácil, apenas había más mujeres en la sala.

En el descanso los músicos se acercaron a la barra improvisada para tomar algo, al igual que nosotros. No pude contenerme y me acerqué al batería para felicitarle. Tenía una sonrisa perfecta, y estuvimos charlando de banalidades todo el descanso, mientras Rafa, aburrido, permanecía hablando con algunos médicos que estaban sentados a nuestro lado en el concierto.

Cuando acabó la segunda parte del concierto, entusiasmada, me acerqué a saludar a Amadeo. Cuando me aproximé a darle dos besos, me susurró el número de su habitación en el hotel. Sin pensarlo demasiado busqué a Rafa y le dije que volviera sin mí, que me quedaba. Con cara de asombro me dijo que valía y sin darle tiempo a reaccionar desaparecí. Yo volví en taxi a la mañana siguiente.

De Rafa no he vuelto a saber nada, pero con él nunca se sabe.
viernes 12 de febrero de 2010

Viernes

Llevaba meses sin ver a Rafa, parecía que su enfado con el tiempo se iba amainando y sus mensajes eran cada vez más frecuentes y más cercanos. No supe cómo reaccionaría el día que le dejé plantado en el concierto, pero a juzgar por la lejanía de la relación, no muy bien, como era de esperar. Pero el tiempo, que no lo cura todo pero sí cambia el color de los recuerdos, ha pasado; y Rafa ha vuelto a sugerirme que quedáramos una noche.Después de mucho revisar nuestras agendas, hemos elegido de mutuo acuerdo, que nuestro reencuentro sea este viernes. Reconozco que estoy nerviosa y agitada, porque nunca he sabido a qué atenerme con Rafa, pero después de nuestro último desencuentro todo será posible. Hoy es martes y espero con paciencia impaciente saber de él.Miércoles sin noticias, jueves, nada de nada. Bueno, pues ya es viernes.Me levanto, voy a trabajar con cierta desgana, que va mejorando según pasan las horas, toda la mañana en la calle, es un día frío pero soleado, como a mí me gustan los días de invierno. Termino mi trabajo por esta semana, llego a casa, malcomo. Me preparo para una noche incierta. Ya estoy duchada, peinada, vestida; son las siete y media, y sigo sin noticias. Me decido a mandarle un mensaje preguntado si quedaremos finalmente. Ocho menos diez, su respuesta: NO.Salgo a la calle para ver a mis amigos, decepcionada pero asumiendo que su respuesta es congruente con mi comportamiento. Cuando encuentro a mis amigos me dicen que nos vamos a un concierto de Jazz. No había vuelto a ir a ninguno desde mi última noche con Rafa. El grupo es excelente pero no soy capaz de disfrutarlo, me voy a no dormir a mi cama.

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