Tras una vida sentimental azarosa como la mía, acaban quedando flecos de todas las relaciones amorosas vividas. Así que voy teniendo en mi abultada mochila, entre otras cosas, unas cuantas suegras. Lo de la suegra mala y malmetedora es un mito. No todas son así, algunas son peores. Aunque hay excepciones. Mi primera suegra era... apropiada. Yo era una niña entonces que jugaba con su hijo, y fue conmigo agradable, atenta. La encantaba mi talla 36 y llegó incluso a regalarme ropa. Era una señora grande y rotunda. Y cuando llegaba a su casa y sospechaba mi presencia daba golpes a las cazuelas, con la única intención de no sorprendernos en circunstancias embarazosas. Todavía me saluda con una sonrisa cuando me se cruza conmigo, al igual que su hijo. La siguiente, mujer de pueblo; todavía tiene la boca abierta. No la cierra desde que la di a entender lo que esperaba de su hijo; nada del otro mundo: igualdad, colaboración doméstica, independencia intelectual. ¿Dónde andará?. L
Como siempre un palcer haberme apsado de nuevo por tu casa.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
me gustó, y....
ResponderEliminar...de ganso (la sopa), al menos a mi me da risa.
;)
Una sonrisa por lo menos, es el mejor método de verse guapo y parecerlo.
ResponderEliminarJajaja, ¡qué canción más simpática!
ResponderEliminarBuena manera de empezar el día :-)
Estuve aquí hace unos días y dejé mi comentario, no sé qué está pasando, pero hay unos duendecillos traviesos que me roban las palabras.
ResponderEliminarLa canción, una guasa.
Un abrazo.