Lo que nos espera


Lo que nos queda por ver, esta crisis nuestra empieza a calar hondo en la calle. Todavía oigo a gente decir que no se nota tanto como dicen. Pero yo a mi alrededor veo cosas que nunca había visto. Mi hermana lleva en Toledo mes y medio y le han robado los tapacubos de las ruedas primero y el coche entero después. Eso en una ciudad tranquila donde las haya. Pero no hay que irse tan lejos, donde vivo, empieza a haber familias que devuelven los recibos de facturas de cuarenta euros, o que negocian si se pueden pagar a partir del diez que se cobra el paro. Desaparecen cuadros de luz de la calle, metros de cables del alumbrado público, o las tapas de las alcantarillas. Pues no es normal. Los pisos empiezan a pasar a manos de los bancos que en su día prestaron el dinero.
Cuando era pequeña en mi casa me explicaron que los trapicheadores emplean su tiempo desde pequeños en aprender a robar, a ser oportunistas; y que lo hacían con mucho más empeño, tiempo y dedicación de la que yo ponía en aprender a leer o a sumar. Pues bien, será esta dedicación de las pocas cosas que ahora mismo están en auge. Y es que en cada vez hay más casas en las que no hay dinero.

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