El acompañante perfecto

Su cuidada melena rubia y rizada  hasta los hombros no dejaba duda de que era una mujer coqueta. Su caro perfume dejaba rastro por donde pasaba y las miradas del sexo opuesto la seguían a cada paso. Como su marido que la seguía siempre; era como una sombra. Le acompañaba unos pasos por detrás por los pasillos del hotel. Nadie podía entender cómo una mujer así se dejaba acompañar por un ser de aspecto tan anodino siendo ella tan exuberante y atractiva. Pero así era.
Lo más fácil era pensar que la base de su relación era el dinero; el que él poseía y ella codiciaba.
Sinembargo, indagando de forma superficial enseguida podía descubrirse que era ella la dueña de la fortuna que derrochaban sin pudor. Si no era el dinero, podría ser amor. Pero la indiferencia que mostraba en público hacia él, no hacía suponer tal cosa.
Era ella la poseedora de la belleza, la elegancia y del dinero.
Él sólo tenía una posesión valiosa, la única que pretendió conservar en toda su vida, a ella.
Tiempo atrás ella había decidido compartir su vida con un valor seguro, alguien de lealtad inquebrantable, que le adorara y sirviera de por vida, que le diera hasta su sangre; y así era cuando ella la necesitaba de vez en cuando.

Comentarios

  1. Bueno, ¡pues hay gente para todo!

    Mientras así se encuentren bien los dos...

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