Acoso

Adela era una mujer rotunda y segura de sí misma, siempre parecía tener las ideas claras y decisión.
Emilio era una persona de carácter afable, paciente y colaborador.
Emilio era el jefe de Adela.
Cuando se conocieron Adela pensó que había tenido suerte con su jefe y se mostraba optimista con el futuro de su relación laboral. Con la mejor intención Emilio se pasaba el día con ella explicándola cada paso de su trabajo, la presentó a todos sus compañeros y la ayudaba en todo lo que estaba en su mano.
Adela aprendía con rapidez y pronto se encontró con cierta soltura en su puesto.
Emilio cogió vacaciones durante un par de semanas y se marchó más o menos tranquilo confiando en que su empleada podría desenvolverse en su ausencia.
Al volver pidió informes de su nueva empleada y no eran nada desalentadores.
- Bueno Adela, me han dicho que todo ha ido bien en mi ausencia. Parece que te has adaptado con rapidez.
- Pues la verdad es que sí, me encuentro cómoda. Ya conozco las rutas y no ha habido ningún contratiempo.
- Bueno, todavía llevas poco tiempo, si tienes alguna duda ya sabes que puedes consultarme siempre que quieras.
- Muchas gracias. Lo haré.

Emilio se empeñó en acompañarla esa mañana y aunque Adela no lo creía necesario puso su mejor sonrisa y le invitó a sentarse de copiloto. Se pasó todo el viaje indicándola las maniobras oportunas, los desvíos que debía tomar, el carril más apropiado, la conveniencia o no de parar, dónde aparcar, la reacción del resto de los conductores. Ella empezó a sentirse un poco molesta y agobiada; y él continuó dándole instrucciones y consejos durante toda la jornada.Al día siguiente el panorama no había cambiado en absoluto; él siguió comentando cada movimiento, y todo empezó a funcionar mal. Adela comenzó a cometer pequeños errores que sin tener importancia comenzaron a hacer mella en su estima. Siempre sabía cual era la opción correcta, pero cada vez más abrumada por las explicaciones dejó de ser capaz de reaccionar a tiempo.

Emilio viendo que Adela no tenía control sobre la situación decidió acompañarla cada día hasta que mejorase.

Adela pasó de ser una conductora competente a ser un auténtico desastre, recibía pitadas del resto de los conductores, se olvidaba paradas, tomaba salidas equivocadas en las rotondas.

Cada día salía del trabajo prometiéndose que hablaría con su jefe, que la situación era insostenible; pero estaba a prueba, y no quería perder su puesto de trabajo.
Dormía mal por las noches, y comenzó a tartamudear. Cada vez que pensaba en trabajar al día siguiente se sentía enferma. Y cada día la misma situación, las conversaciones con su jefe pasaron a ser discusiones que aun la desconcentraban más. Y finalmente, los gritos llenaban la cabina del camión.
Ella no entendía porqué no la echaba de su puesto si tan mal lo hacía y empezó a plantearse pedir la cuenta. Ya sabía lo que había y si se marchaba no cobraba paro, y necesitaba el dinero.
Todavía podía ser peor, Emilio comentaba a sus compañeros lo mal que ésta lo hacía y llegó incluso a ponerla de ayudante con algunos de ellos para que la ensañaran, ya llevaba un año y medio en su trabajo, y tuvo que soportar esa humillación.
Tras dos años y medio en aquella empresa por fin se despidió de su trabajo, y Emilio asombrado la preguntó que porqué se iba. Ella soltó una sonora carcajada y dándose la vuelta cogió sus cosas de la taquilla y no volvió por allí.

Comentarios

  1. ufff...Emilio es el tipico jefe paternalista de antaño. Eso no se hace.

    De todfos modos si alguien coge fama "de algo" lo acabará siendo. Marketing puro y duro.

    Saludos.

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  2. De veras que hay tíos, jefes, parejas, hermanos... que piensan que sin ellos el mundo no podría rodar; si supieran lo prescindibles que son se suicidarían.
    Un abrazo.

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  3. Máximo, cierto, acabamos siendo lo que los demás ven. Por eso parece razonable rodearse de personas que ven lo bueno de nosotros, nos hacen mejores. Nada de etiquetas negativas entonces.
    Mercedes, todos somos contingentes, pero hay gente que se cree necesaria.

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  4. La sobreprotección acarrea siempre malas consecuencias. Si a una persona no le dejamos su espacio, se terminará ahogando.

    Es bueno enseñar, ayudar, pero sabiendo cuándo hay que "dejar volar" a los demás...

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